domingo, 4 de enero de 2015

¿Cómo elaborar una taxonomía propia?

La taxonomía más universal es la UNSPSC (United Nations Standard Products and Services Code). Pero frecuentemente las empresas adoptan una taxonomía propia. ¿Por qué? El principal argumento es que la UNSPSC es poco específica para los requerimientos de una empresa en particular.

Identificamos como buena práctica, contar con una taxonomía local, mapeada con una internacional, de modo de mantenerse vinculado globalmente. Una taxonomía debe ser orientada a la naturaleza del material, de lo contrario existirá ambigüedad en la clasificación, lo que lleva a duplicados e inconsistencias. Debe tener una estructura jerárquica, que permita el análisis con distintos niveles de agregación. Debe además, tener una estructura tal, que permita su evolución en el tiempo.

Lo que en general hacemos, es crear una taxonomía propia de la empresa,  que luego mapeamos con la UNSPSC. Decimos que es como tener un dialecto propio, pero luego creamos un diccionario de este dialecto con un idioma de mayor alcance. Por ejemplo, podemos usar el mapudungún, la lengua mapuche, pero luego creamos un diccionario mapudungún-español. Y con eso ya tenemos "mapeado" el mapudungún con los principales idiomas del mundo, pues el español está mapeado con los principales idiomas del mundo.

Otra veces, se adapta o "customiza" la UNSPSC, tomando partes de esta taxonomía, como ciertos segmentos, familias, clases y commodities y ajustándolos. Es como un dialecto local, variación de una lengua.

El Ethnologue, el catálogo de las lenguas, a la fecha de escribir este post, registra 7.106 lenguas vivas en el mundo. No hay un registro de taxonomías de bienes y servicios, pero probablemente hay tantas como empresas existen.

En un post anterior, comentamos acerca de la ontología, y cómo ciertas etnias no discriminan con gran detalle ciertas características de la "realidad" mientras que otras sí. En especial, si su sobrevivencia depende de ello. En un mundo global, la tendencia es describir el mundo de una forma similar, como si existiera una "realidad" allá afuera, independiente de quien la observa. Lo mismo ocurre en las empresas.

Pero en la práctica, observamos que hay todavía un largo camino que recorrer en ese sentido.  Y encontramos muchas taxonomías distintas. Lo que hacemos, no es desecharlas, sino reciclarlas  según buenas prácticas que también encontramos en taxonomías maduras y, por otro lado, mapearlas con taxonomías internacionales.

¿Cuáles son estas buenas prácticas?

1. Clasificación según la naturaleza del material / servicio. Ver post.

2. Debe tener una estructura jerárquica, que permita el análisis con distintos niveles de agregación.

3. Evitar el uso de "otros" o categorías donde va a parar todo lo que no se puede clasificar. En Chile, las llamamos  categoría "bolsa de gatos". Y el problema no es que allí va  a parar todo lo que no se "pueda" clasificar, sino que también lo que no se "quiere" clasificar, ya sea simplemente porque no se quiere hacer el esfuerzo, porque se deja para después, o cualquier otro motivo.

4. Usar codificaciones que permitan la evolución de la taxonomía. Una estructura tipo árbol, con dos dígitos por nivel, es suficiente.

5. Adecuarse al objetivo de la taxonomía. Por ejemplo, si el objetivo es simplificar la búsqueda, entonces la taxonomía debe ser simple, sin muchos niveles y categorías. Si el objetivo es la vinculación de proveedores, entonces la taxonomía debe asimilarse a la organización del mercado, etc.

6. La taxonomía debe administrarse en el tiempo. Esto significa recibir solicitudes de cambio, analizarlas y aprobarlas o rechazarlas. Estos cambios, pueden ser eliminar categorías, fusionarlas, dividirlas, agregar nuevas categorías, cambios en la jerarquía, etc. También puede haber cambios en los nombres y códigos.

7. Rigurosidad técnica.

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